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viernes, 30 de marzo de 2012

Derechos y obligaciones

Una infancia infeliz

La situación que sé esta viviendo en Argentina y en particular en la ciudad de Buenos Aires, como en toda gran ciudad del mundo, es tan escalofriante que nos parece imposible que sea parte de nuestra vida cotidiana, sin embargo lo es y basta con ver la situación de riesgo en la que vive la sociedad ante el despego a la vida de la que hace gala los chicos de la calle en situación de alto riesgo.
     El avance de la desocupación laboral que generó el neoliberalismo desenfrenado de los años noventa que heredamos sin merecerlo pero, no me cabe la menor duda, con una cierta cuota de responsabilidad en su ejecución ya que quienes las implementaron fueron gobiernos democráticos elegidos por todos nosotros.
Este proceso que nos dejó generaciones de cabezas de familia desocupados y cambió el rol nuclear en la familia y por supuesto infinidad de niños desprotegidos y ajenos a los valores principistas del trabajo, la moral y la ética que en un comienzo transmitía la familia.
En este contexto nace o se crea un tipo de infancia sin figuras protectoras, guías y formadoras de personalidad, dejando al niño liberado a su propia inventiva para sobrevivir.
Tal como lo hacen, en un principio los animales en la selva, sólo que ésta es de cemento.
Es así que vemos día a día la agravante situación de niños de muy corta edad portando armas, réplica o verdaderas que utilizan para robar en la vía pública, casi a la vista de todos nosotros.
Se ha llegado a un límite en el que chicos de 8 y 9 años fueran entrevistado por la televisión y describieran como actúan y se drogan para delinquir, admitiendo que les alquilan las armas, replicas o verdaderas, y otros que las habían robado a un policía, a quién enviaban un mensaje que de volverlo a ver lo mataría.
Si, como dijera, esto se practica a la vista de todos nosotros, ¿Cómo puede ser que nuestro sistema no pueda hacer nada por estos chicos, y por nosotros?
Visto desde un contexto social este es un flagelo que deberemos tratar de controlar ya que estamos ante un deterioro del derecho individual grave, que atenta contra la sociedad en su conjunto.
El derecho individual nos dice que: Nos asiste un derecho cuando para ejercerlo u usufructuarlo no se atenta contra el derecho del otro.
Ahora bien como se hace para contrarrestar la violación de los derechos ciudadanos de vivir en paz, trasladarse sin contratiempos en nuestras actividades cotidianas, y mantener una vida normal, en una ciudad o en un sistema que tolera la violación de estos derechos.
Este tipo de situación abona el criterio de la ley del más fuerte y de situaciones aberrantes de abusos de los más fuertes sobre los más débiles.
Como hemos observado en los últimos meses se han visto incrementados los delitos de violencia de genero, los filicidios y otros maltratos, que responden justamente a estos parámetros.
El incremento de la droga en el deterioro personal de aquellos agentes desprotegidos por el sistema se ha convertido en un arma mortal cuya culminación fue la muerte de un joven adicto a manos de su padre.
Durante un brote de enajenación causado por la adicción, que venía realizando desde los trece años y que ya había puesto en reiteradas oportunidades en situación de riesgo a la familia, a los 32 años de edad, después de múltiples intentos de desintoxicación y recaídas, este joven protagonizó una situación de tal violencia en su propia casa que culminó con su muerte por varios disparos realizado por su consternado padre. ¿Cómo llegamos a esta situación?
Muchas son las causas, no tan simples que podríamos enumerar como causantes de esta situación, pero creo sin temor a equivocarme, que hay una que las engloba a todas ellas.
Digo que las engloba debido a que es el eje motor de toda sociedad, me estoy refiriendo a nuestro compromiso, nuestra participación, lo contrario a esto es el tan conocido “no te metas” abonado desde la década de los sesenta y setenta que nos llevó a cultivar la desidia y él “Sálvese quién pueda”.
No podría explicarse de otra manera observar en cualquier parte de la ciudad de Buenos Aires grupos de niños inhalando pegamento o fumando, arrebatadores, y todo tipo de actos delictivos.
Ante estos hechos generalmente miramos para otro lado, si no nos toca a nosotros, ¿Qué podemos hacer? Si las autoridades, que se supone poseen las herramientas adecuadas para prevenir o combatir estas situaciones, nos dejan liberados a nuestra “suerte”.
Estamos a un paso de suponer que tenemos una respuesta, una respuesta que siempre, y esto está ampliamente demostrado, es peor que la situación original.
Esta respuesta es tomar la justicia por mano propia, armarse para defenderse de una hipotética agresión, que si llega no nos prepara para repelerla y se genera una situación muchas veces más grave.
Creer que adoptando esta actitud solucionamos el problema es un grave error que debemos asumir plenamente.
Desde hace varios años estamos con una administración que ha demostrado tener un alto compromiso con los derechos humanos y los más desprotegidos.
Sin embargo tal y como están las cosas, las instituciones responsables de cuidar por la ciudadanía están abonando desaprensivamente esta respuesta extemporánea de nuestra jaqueada y asustada sociedad.

viernes, 9 de marzo de 2012

Apliquemos el sentido común, el menos común de los sentidos

Buenos Aires, ciudad Cautiva

Un conflicto que se asemeja al que se planteó con el campo se ha iniciado entre la Administración de Cristina Kirchner y el Gobierno de la Ciudad de Mauricio Macri. El Ejecutivo nacional le traslada los subterráneos a Macri y este acepta, siempre y cuando se realicen y paguen las obras pendientes del plan de mantenimiento o le transfieran los recursos para terminarlos. Para llegar a un acuerdo, en estos términos, se firmó un pre-acuerdo por 90 días para realizar una mesa de diálogo, que nunca se concretó.
     Ahora bien, es cierto que Buenos Aires ciudad es, fue y seguirá siendo, la reina mimada del Plata, foco de expansión y dispersión cultural de los argentinos, Allí donde tiene sus oficinas el poder político y desde donde se entrelazan los diversos intereses de nuestra compleja sociedad.
     Esa ciudad cuya identidad se halla ligada históricamente a la Provincia de Buenos Aires y decidió, desde siempre, si hacemos una mirada fugaz de nuestra historia, el rumbo de la identidad política y social de nuestro país.
     Sin embargo si miramos en profundidad en el quehacer nacional veremos que Buenos Aires fue y seguirá siendo una ciudad cautiva del poder político de turno si no se defiende auténticamente su autonomía.
      Fue desde siempre que el Estado Nacional decidió sobre Buenos Aires, su infraestructura y su economía, fue el Estado Nacional quién determinó que servicios se prestaban en la ciudad y cuales no.
      Hasta que fuera lograda su autonomía su destino estaba ligado al Ejecutivo Nacional y bajo sus estrictas directivas sus, administradores fueron hombres afines al gobierno nacional y designados por él para que manejaban su política en concordancia con la Nación. Los contribuyentes o vecinos de la ciudad generalmente no podían decidir sobre lo que acontecía en ella.
      El ejecutivo Nacional siempre controló las políticas de la ciudad y hoy la ciudad Autónoma de Buenos Aires quiere manejar su propio destino, con gobiernos elegidos por sus vecinos, equivocarse es su propia decisión, rectificar sus errores su privilegio.
      Mauricio Macri ganó su mandato en las urnas y como tal debe ser respetado, aún cuando el PRO. su partido representa un neoliberalismo que no gusta a todos los porteños, como se puso de manifiesto en las urnas, ganó y debemos aceptarlo.
      La oposición deberá marcarle sus errores y colaborar en la construcción de una ciudad mejor para sus habitantes, sin embargo parece que esto no basta.
      Macri no tiene superpoderes, no puede hacer lo que se le antoja sino aquello que debe y la legislatura porteña le autoriza.
      Para recibir un patrimonio que hasta el presente dependió de la Nación debe asegurarse de recibirlo en perfectas condiciones de uso, de lo contrario con el presupuesto que se requeriría para dejarlo en condiciones, ya que no hacerlo sería comprometer a los vecinos de la ciudad a pagar una deuda, por años de abandono, de un servicio que la Nación estaba obligada a preservar en condiciones.
      El Accidente ocurrido en la Estación Miserere (Once) en Trenes de Buenos Aires, TBA con el trágico saldo de 51 muertos y más de 700 heridos, colocó al desnudo el total abandono y desinversión de los servicios de transporte y lo ineficaz de los planes de subsidios a las empresas, un proceso que desde hace años vienen denunciando los delegados sindicales de la Unión Ferroviaria y de Subterráneos de Bs.As.
      Esta circunstancia lamentable aceleró el interés de la Nación para que estos servicios, que se prestan en la Ciudad Autónoma, sean responsabilidad de su administración y no de la Nación.
      Años de descontrol y desaciertos de distintas administraciones no se pueden solucionar de un plumazo ni por decretos extemporáneos, esperando que la ciudad los acepte calladamente.
      Eso era antes, ahora la ciudad es AUTÓNOMA y debe tomar sus propias decisiones mal que les pese al Gobierno Nacional.
     Si se transfieren los recursos para cumplir con las obras pendientes así estando los servicios en condiciones, la ciudad podrá hacerse cargo, de allí en más, de ellos y serán los propios vecinos, quienes en definitiva los utilizan, que decidirán que tipo de servicio quieren, que tarifa aceptarán pagar y como deberán ser gestionados por quienes ellos determinen en las urnas.
     Esto por el mínimo sentido común.