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sábado, 11 de diciembre de 2010

Nada vale una vida

Justificar lo injustificable

Los sucesos que se desataron en el Parque Indoamericano tienen explicación tan comprensible y entendible que parece increíble que se haya llegado a este estado de situación sin que se pudiera dar respuestas satisfactorias, no paliativos efímeros, a tan grave problemática.
por Ruben Spaggiari para fps,D21 y la web.

A
mérica Latina marginada, olvidada, agobiada por la indolencia y la desidia de quienes desde siempre rigen los destinos de las naciones del Continente, está despertando del letargo que le impuso la historia.
Sudamérica es la mecha que está haciendo estallar el polvorín que se ha intentado ocultar, aquel que nos duele y no queremos ver.
La basura que el sistema ha escondido bajo la alfombra para ocultar su inoperancia ante las necesidades de quienes claman por sus derechos ha vivir dignamente.
Aquellos que estamos en el sistema observamos la ocupación descontrolada de la propiedad pública o privada y nos escandalizamos, vemos la violencia desatada y clamamos por acciones que frenen el accionar de estas “Bandas de delincuentes organizados” sin pensar que esta, supuesta delincuencia, se nutre de las debilidades y necesidades del medio, medio que ya no quiere seguir esperando.
Es el “Cuarto Mundo” que está despertando y es el Estado, desde sus distintos estamentos políticos, sociales, jurídicos e institucionales quién debe dar respuesta a este reclamo con planes de respuesta urgente y planificación a largo plazo.
Según un experto de la FAO en 1959 expresaba entonces su convencimiento de que el mundo no debía olvidar que existía un “Cuarto mundo”, escondido sí, pero no menos real que el primero, segundo y tercer mundo.
Lo integran aquellos que nada tienen, tampoco nada que perder, sólo la vida en la lucha y poco les importa, ya que siempre se les impidió vivir, y se preguntaba ¿Quién los alimentará cuando despierten?
¡Pues bien están despertando!
Los sin tierra en Brasil y los Narcos en las Fabelas de Río surgidos desde el corazón mismo de la marginación y la desesperanza.
Desde hace varios días las imágenes de lo que está sucediendo en el Parque Indoaméricano nos muestra aquello que no quisiéramos ver, por otra parte nos muestra el manejo del poder político enfrascado en sus propias disputas, que por supuesto, ignoran el reclamo genuino de quienes nada tienen.
Un Estado Nacional que con su ausencia en los hechos intenta desarticular el accionar del Gobierno de la Ciudad que, circunstancialmente y por el voto popular, instaló a Mauricio Macri al frente del ejecutivo porteño, algo que, el kirchnerismo, no puede digerir.
El llamado desesperado y genuino de un Macri desencajado solicitando la intervención de los poderes institucionales del Estado para frenar el accionar de los que ocupan los espacios públicos y no abandonar a los vecinos de Lugano y Villa Soldati.
Paradójicamente en el día de los “Derechos humanos” la señora Presidente de la Nación en un acto conmemorativo intentó crear la figura de un Estado tolerante e indulgente, no xenófobo, que pretende no ejercer la violencia en contra de los pobres.
Personas, familias muy humildes, que se resisten a aceptar las pobres respuestas que hasta ahora les han brindado las autoridades.
Esto y decirle al jefe de gobierno porteño que se arregle como pueda, es exactamente lo mismo, pretendiendo, subrepticiamente que el costo político que esto traerá aparejado les solucione el efecto de las urnas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Que debería hacer el gobierno de la ciudad que desde siempre, esto quiere decir en todos los gobiernos que tubo la ciudad de Buenos Aires, se encontraron atendiendo los reclamos sociales de quienes ingresan a la ciudad desde el exterior, entiéndase que el exterior está representado por quienes provienen desde fuera de los límites de la ciudad, ya sea el interior de nuestro país o provenientes de países limítrofes u otros países.
Es el Estado Nacional quién debe regular el ingreso de personas desde el exterior y doblemente responsable en la redistribución de la riqueza para que cada vez las políticas internas disminuyan la pobreza y las deficiencias sociales de los más desposeídos.
No se puede hacer responsable a un sector político, en este caso el gobierno de la Ciudad, por esto que sucedió en el Parque Indoamericano, es una responsabilidad de todos y cada una de las partes involucradas.
Nadie en este momento pueden hacerse los distraídos y pretender justificar lo injustificable.



miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sobre el uso y abuso del término
“Originario”


Desde hace unos pocos años, se generalizó el uso del vocablo para referirse a los pueblos indígenas del territorio; fue por los años noventa en estas latitudes, después de la reforma constitucional de 1994; desde entonces estamos intentando contrarrestar el uso abusivo y tendencioso que se hace del término.

Porque decimos abusivo y tendencioso, simplemente porque si bien el término siempre existió y se aplica para definir a los individuos, personas o cosas naturales de un territorio como lo establece la “Real Academia de la Lengua” en sus dos acepciones: 1. adj. Que da origen a alguien o algo. 2. adj. Que trae su origen de algún lugar, persona o cosa.
El mismo, aplicado en el Continente Americano y sin el contenido temporal que acote o delimite su ingerencia; desvirtúa sus contenidos lingüísticos o sus aplicaciones gramaticales debido a las características propias del proceso histórico-cultural que se desarrolló en el Continente y por la interpretación que, de dicho proceso, se realiza desde las Ciencias Sociales.
Tampoco es aceptable que quienes dicen entender la cuestión lo utilicen por “falta de otro mejor” cuando los propios indígenas que propiciaron la reforma constitucional de 1994 impulsaron la incorporación de su reconocimiento como pueblos “Indígenas” como lo establece el Art. 75.- inc: 17 de la Constitución Nacional Argentina.
Hasta donde sabemos el término “Indígena” puede ser sinónimo de “aborigen” u “Originario” sin embargo éste último encierra en sí mismo el principio de origen, nacimiento de una cosa, todo origen o principio, entabla un comienzo de “algo” en tiempo y forma, mientras que los otros dos vocablos no lo establecen como fundamento de su aplicación.
3. Indígena y Aborigen. Adj. Oriundo de un lugar o paraje.
(Donde esa persona ha nacido pero no necesariamente hayan nacido sus ancestros, o donde haya principiado su linaje.)
Para entender mejor esta situación debemos comprender que circunstancias generan la necesidad de dilucidar en forma concreta el uso y aplicación de dicha terminología en el contexto histórico-social del Continente Americano y las implicancias que su aplicación, incorrecta o inadecuada, tendría para los involucrados.
Primeramente debemos suponer o comprender que éste análisis se realiza dentro del marco jurídico impuesto a los pueblos del continente a partir de su Colonización o Conquista, aspecto que impulsó un orden jurídico que guía la vida de todas las naciones del Continente.
Asimismo cada país al independizarse de España, o de la potencia colonialista que la propició establece sus normas jurídicas y su geopolítica territorial y cada persona queda incorporada a las normas o leyes que rigen o regulen la vida en dicho territorio.
Así si bien pueda existir una cierta aceptación gramatical para el uso indistinto de dos términos, el análisis puntual, meticuloso y específico de los vocablos en entredicho pueden ofrecer la claridad suficiente como para limitar su aplicación.
Ardua fue la tarea de los juristas para entender la diferencia entre “Nacionalidad” y “Ciudadanía”, toda vez que la sinonimia aparente de ambos vocablos hacia que se cometieran gravísimos errores.
La aparente sinonimia de ambos vocablos llevó a confusiones por muchos años en los fueros judiciales de Argentina hasta que se decidió analizar los contenidos gramaticales y lingüísticos de los mismos y definir su verdadera aplicación. (Ver “Pablo A. Ramella “Nacionalidad y Ciudadanía” editorial Depallma, Bs. As. 1978.)
Es importante analizar los conceptos gramaticales que conllevan el uso de ambos términos y cada uno en su formación y aplicación para comprender que la aparente sinonimia es confusa y contradictoria, toda vez que el uno difiere del otro en sus contenidos: Particularmente la ingerencia en el vocablo “originario” de un factor tiempo implícito, sin el cual se desvirtúa su aplicación.
Cuando usamos el término en forma genérica estamos aludiendo que los indígenas son “originarios” y no todos los aborígenes lo son, en un territorio dado.
Así como existe un antes y un después de las respectivas fechas de independencia de los respectivos países.
Antes de dichas fechas los indígenas mantenían solamente su identidad étnica o pertenencia a tal o cual nación, posteriormente el orden jurídico y geopolítico impuesto los identifica sí con su pertenencia étnica, pero para los Estados Nación tienen la nacionalidad de todos los habitantes de dicho territorio y ajustado a los mismos derechos y obligaciones como lo establece la Carta Magna de cada País.
Si bien es cierto que estas expresiones siempre fueron en detrimento de los pueblos indígenas y muchas veces la expresión de las letras constitucionales nunca se cumplieron o se violaron, como sigue haciéndose en nuestros días, el hecho de ser personas jurídicas en el marco de la legislación vigente, intentó revertir los procesos de arbitrariedad ante los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas.
En territorio Argentino no podemos decir que los pueblos indígenas que viven en él sean “originarios” o por lo menos, no aplicado a todos ellos.
Y este cuestionamiento surge como corolario de la intromisión del pueblo Mapuche en territorio nacional a partir de 1818 en adelante, otros autores hablan de 1836, como sean ambas fechas son posteriores a la creación del Estado Argentino.
Los Mapuche son indígenas de Chile e ingresan como cuñas invasoras en las fechas predichas para apropiarse de tierras y combatir a los indígenas del Este de la Cordillera de Los Andes. De Boros, Chile, llegan los Boroganos en connivencia con la “Liga de los Hacendados” cuyo principal exponente fue Juan Manuel de Rosas, quién luego sella un acuerdo con el gran lonko Huilliche, Calfucurá, para combatir a los Ranqueles, y a quién le entrega tierras en Salinas Grandes, este asesina a sus compatriotas en Masallé, por ordenes de Rosas quién sospechaba una posible alianza entre Boroganos y Rankulche..
Utilizar a la ligera el vocablo “originario” implica desconocer los procesos históricos que conllevan la relocalización territorial dentro de límites, fronteras, preestablecidas por los Estados Nación.
Si pretendemos generalizar y decimos que somos “originarios” del Continente Americano es cierto ya que salvo aquellos que en épocas modernas bajaron de los barcos como mis abuelos inmigrantes; Paleoindios y Amerindios, los Americanos ingresaron por Behring y posibles corrientes migratorias transoceánicas hace miles de años.